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lunes, 7 de marzo de 2011

ABRIENDO LA BOLSA DE LAS QUEJAS

ABRIENDO LA BOLSA DE LAS QUEJAS

Los argentinos hemos siempre vivido como víctimas del presente que nos toca o nos tocó en el pasado, subyugados por los “problemas del ahora”, y por una actitud natural, y casi masoquista, que no es la búsqueda de las causas genuinas que los provocan,  tratando luego de encontrar las soluciones, sino que los adoptamos para “convivir” con ellos y flagelarnos con los efectos que desencadenan tales “problemas”, a los cuales aceptamos con fatalidad.
Damos por sentado que los “problemas” no fueron generados por nosotros y que además no tienen “solución”, y si las tienen, no nos corresponde buscarlas, sino que nuestro aporte real e importante es ser fieles a la QUEJA, palanca mágica, que entendemos debe desencadenar la reacción que dé la “solución”, pero ¡ojo!, que ella no sea generadora de otro “problema” para nosotros, o algún otro sector, y es una advertencia que normalmente está adherida a la QUEJA.
QUEJA, según el diccionario de la Real Academia Española, es: “Expresión de dolor o sentimiento”. “Resentimiento, enojo”.
Creo que esto último se identifica más con nuestras QUEJAS cotidianas, una especie de deporte nacional, donde todos competimos con el propósito de ser los ganadores y tratando de ser reconocidos con el  “LAMENTO DE ORO”, premio anual, al que todavía nadie pudo acceder debido a que siempre el jurado recibió una QUEJA por el fallo.
Pero el diccionario nos descubre otra palabra muy interesante: QUEJUMBROSO: “Que se queja mucho y con frecuencia”. Estimo que esto es muy adecuado para definir como actúa el argentino cuando se encuentra ante inconvenientes y problemas.
Entiendo la QUEJA del lector que protestando llegó a este párrafo y se está preguntando de que nos QUEJAMOS los argentinos para ser tratados con tal desconsideración por parte de quién escribe, esto merece que presentemos una QUEJA ante quién se atrevió a publicarla.
Si entendiéramos la QUEJA como el elemento resultante de la búsqueda de las causas de una situación que nos provoca inconvenientes, o sea, el producto del análisis medular de un problema genuino, si así fuera, la QUEJA sería la solución y todos exclamaríamos ¡BIENVENIDA LA QUEJA!
Nuestra actitud, no es precisamente la señalada, simplemente es la expresión de un disgusto personal o colectivo, que no encuentra una salida o satisfacción por intermedio de las vías normales que, individual o colectivamente, deberían brindar las explicaciones o satisfacciones correspondientes.

En general, los receptores, a las QUEJAS, les damos el mismo tratamiento, es decir,  NOS QUEJAMOS de ellas esgrimiendo argumentos tales como:

¡Que pretenden por lo que pagan!
¡Que saben, si nosotros trabajamos bien! 
¡Si quieren, ahí está el libro de QUEJAS!
¡No se que les pasa, si siempre lo hicimos así!
¡Si no les gusta que se vayan a otro lado!
¡Demasiado por lo que nos pagan!
¡Para eso somos los más votados, que no se QUEJEN!
¡Si no les gusta que vengan a hacerlo ellos!
¡Nosotros sólo somos empleados! ¡Que nos importa!
¡Soy el dueño y hago lo que quiero!
¡Al que no le gusta , ya sabe lo que tiene que hacer!
¡La culpa la tiene el Gobierno, ellos nos tienen que dar la solución!
La culpa la tiene el Gobierno anterior, esto lo heredamos!
¡Que nos importa si es del Estado!
¡Y que podemos esperar si es industria argentina!

Estoy seguro que el lector puede agregarle a la lista otra serie de expresiones que indican la importancia que le adjudicamos los argentinos a los QUEJUMBROSOS.
Como conocemos el destino de nuestras insatisfacciones, por supuesto, nos QUEJAMOS por ello, y volvemos a desatar otro espiral de disconformidad sin soluciones, salvo la de ir, lentamente, envenenando nuestra paciencia, que se encuentra permanentemente cercana a la ira.
Si entendiéramos la QUEJA como un instrumento que expone, que saca a la superficie situaciones que causan malestar y, por tanto, sería muy importante darles solución, y de esta forma anular el estado de insatisfacción y luego seguir con el próximo inconveniente, nuestra forma de vida sería mucho más placentera.
Sin dudas, que el continuo estado de insatisfacción, o de superación, que, afortunadamente, tenemos los seres humanos ha permitido que disfrutemos de muchos elementos que simplifican y satisfacen distintas necesidades laborales, materiales, culturales y de ocio.
Pero este progreso no ha sido producto de la QUEJA estéril, sino, de una disconformidad encausada hacia la resolución de problemas o situaciones que transforman el inconveniente en una solución que alienta a dar a los sucesivos el mismo tratamiento de superación, y a través de este mecanismo se ha utilizado a la QUEJA como el elemento disparador de ulteriores satisfacciones y, en definitiva, del progreso humano.
Entendido este mecanismo los países más avanzados y sus organizaciones,  han diseñado un camino muy bien acotado para dar  las satisfacciones que correspondan a las QUEJAS, no todo está resuelto y es brillante, pero quienes razonablemente tienen de que QUEJARSE, encuentran la forma de hacerlo y un receptor que los atiende y los escucha, y, normalmente, les da las satisfacciones correspondientes.  
         Muchos de los estados de ansiedad e insatisfacción del ser humano moderno, se  derivan de la “imposición” de poseer bienes materiales, que el sistema de vida nos ha ido imponiendo y que hasta hace un tiempo estaban al alcance de una mayor cantidad de personas.
         La situación ha cambiado, y cambia continuamente, en velocidad y profundidad, y nuestra situación económica, como país, ha sufrido en los últimos tiempos un deterioro enorme, derivado de numerosas causas, que serán análisis de otro escrito,  lo cual ha derivado en que, sin darnos cuenta, hemos incrementado nuestros niveles normales de QUEJAS, y terminamos pensando y luchando contra “como está la vida” y, hemos perdido, hace mucho tiempo, la dicha de no percibir y disfrutar de como es la vida”.
          Entiendo que ha llegado el momento de cambiar estas actitudes de ser QUEJUMBROSOS, para suplantarla por un método que nos conduzca a la identificación de las “causas” que nos provocan esos ataques de disconformidad y a través del mismo aportemos alternativas de solución, una propuesta metodológica puede incluir estas etapas :

1.    Identificar correctamente aquello que nos causa preocupación, molestias, insatisfacción, perjuicios, problemas, etc.
2.    Tratar de unir a todos aquellos que se sientan afectados por la situación descrita.
3.    Entre todos definir correcta y objetivamente el problema, entendiendo que en todo problema “bien planteado” está parte de la solución.
4.    Analizar las múltiples causas que, con seguridad, serán las que le dan origen al problema o QUEJA.
5.    Empezar por buscar las coincidencias, las cosas que unen, esto ayuda a arrimarse a las posibles alternativas de solución.
6.    Proponer a quien corresponda las alternativas de solución de la QUEJA, para lo cual se deberá también indicar :
7.    Como se hará.
8.    Con que se hará.
9.    Cuando se hará.
10. Quien lo hará.

Si comenzáramos a actuar organizadamente, agrupándonos para solucionar temas y problemas comunes, si entendemos que sumar fortalece las posibilidades de todos, que de esas actitudes encadenadas van naciendo planes y que el entrecruzamiento  lógico de esos planes traerán aparejados soluciones regionales y el contraste o comparación con los de otras regiones hará nacer, por suma y racionalidad, un proyecto que se acercará al tan mentado, y aún lejano, “proyecto país”.
Habremos entendido, por fin, que la solución está atada a nuestra voluntad colectiva, y no a nuestro egoísmo personal, o peor al determinismo, que es dejar que otros los solucionen por nosotros, que es lo que estamos haciendo en la actualidad.
Abramos la BOLSA DE LAS QUEJAS para ir extrayendo uno a uno los problemas que no nos dejan crecer, sumemos voluntades, unamos esfuerzos e inteligencia, sin exclusiones estúpidas, respetando las diferentes maneras de pensar, ya que si somos honestos y transparentes todos estaremos pensando en un solo objetivo, solamente nos separarán los caminos para llegar a él, seleccionemos el mejor.